6.2.14

Una Segunda Oportunidad


Cierta persona me dijo al leer la entrada “Culture Shock” que conociéndome me daba tres semanas para que esa historia sea completamente distinta. Ayer, martes 4 de febrero, cumplí exactamente tres semanas de haber llegado a Finlandia y este sábado pasado la historia fue totalmente diferente. Ya estoy empezando a ver el encanto extraño que tiene este país y su gente. Una de las cualidades que más me ha asombrado que tienen los fineses es su honestidad. Es algo casi absurdo, pero de una buena manera. Hace unos días atrás salí con mis compañeras de cuarto en búsqueda de una pista de patinaje sobre hielo y de camino se me cayó uno de mis guantes que tenía guardados. Cuando me percaté de que me hace falta lo buscamos por todos lados sin éxito alguno. Al día siguiente estoy caminando de regreso al apartamento luego de hacer una compra en el fabuloso supermercado y lo único que pude hacer es reírme por lo que me había encontrado.


Estuve admirando mi guante varios segundos como colgaba de la rama. Es increíble, lo perdí el día anterior y lo encontré en perfecta condición. Luego de esa experiencia me he percatado de todos los guantes perdidos que cuelgan o está recostados de algún lado esperando por sus dueños a ver si los recogen. Si hubiera sido en otro lugar muy familiar para mí, no voy a mencionar nombre, no hubiera encontrado ni el guante ni la rama. Echando a un lado la broma, la honestidad es una cualidad que hoy en día es muy difícil encontrar. Hace unos días fui a un centro comercial y pasé al área de los probadores para medirme unas piezas de ropa y me detengo a esperar mi turno. Pregunto si puedo pasar y me dijeron que está bien. Eso fue todo. No verificaron cuantas piezas de ropa tenía ni me dieron un boleto con el número de piezas. Me asombré al vivir de primer plano las repercusiones de la honestidad. 



Como había mencionado que ya mi historia estaba cambiando, este pasado sábado pude disfrutarlo gracias al lenguaje internacional de la música. No necesita traducción y tampoco necesita interpretación. No sé si fue falta de tiempo de parte mía en la ocasión pasada pero esta vez recibí muchos saludos cálidos y una invitación a la cual no me pude resistir. El sí más rápido de la historia surgió cuando me preguntaron si me quería unir a la práctica del coro.

¿Qué motivó a la persona a invitarme a la práctica? Digo que fue Dios, Él vio mi necesidad y proveyó un bálsamo para poder expresar y desahogarme a través de la música, mi pura adicción.

Además el sábado anterior a este conocí a muchos jóvenes que me recibieron con mucho calor y hasta disfrutamos de un sano compartir. Esas personas que ya había conocido fueron otra piedra en la cual me pude apoyar en el sábado siguiente. Luego de cuatro canciones, una garganta ronca y buenas conversaciones estaba más que complacida. En fin, creo que estoy empezando a llegar a la etapa de adaptación y se siente muy bien.




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